domingo, 21 de noviembre de 2010

Típico y tópico

“Es lo típico de estas fechas”. Esta es una de las frases que más escuchamos y más pronunciamos en este período del año. Así y nos quedamos tan tranquilos como quien dice que lo normal en Navidad es comer turrones y polvorones, que por cierto ya estamos a punto de empezar con ellos, si es que alguno no ha empezado ya, sin contar a los supermercados, claro!

Yo me refería a los catarros, resfriados, etc, cada uno le llama como quiere y aunque con mayor o menor gravedad, según los casos, al final todos nos intentamos agarrar al paracetamol y sus sucedáneos para intentar paliar sus efectos o al menos que se reduzcan en el calendario. Sí, ya sé que esto es como la gripe que sin medicinas se cura en siete días y con medicinas se cura en una semana, pues algo parecido.

Dolor de cabeza, moqueo, sequedad en la garganta, tos, carraspeo, atasco en la nariz, estornudos y malestar general, eso y otras consecuencias de los virus, del cambio de clima y de otras cosas, son las que al final conviven con nosotros durante algunos días, eso ya en función de la naturaleza de cada uno.

Al final la cuestión es que no vayan ganando la partida, que nos cambien lo mínimo la vida y que con un poco de suerte nos inmunicemos para el resto del invierno. A ver si es verdad, porque estoy convenciendo a mis aliados de estos días, a saber, los zumitos de naranja, la leche con miel calentita, los caramelillos de menta para suavizar, el agua y los mimos, para que el resto del otoño y el invierno que está próximo a llegar no quieran poner a prueba de nuevo ni mi salud ni la de los que me rodean, que la cosa no está para hacer muchos experimentos. A ver qué tal …

martes, 2 de noviembre de 2010

Buscar algo

Casi sin darnos cuenta hemos comenzado el penúltimo mes del año y aunque se inicia con la fiesta de los fieles difuntos, hoy es también día para recordar no sólo a los que ya no están sino a aquellos que estando, pasan desapercibidos.

En realidad es una ironía, lo de pasar desapercibidos para algunas personas es mucho más que un interés de ellos. Esta tarde, mientras daba mi habitual paseo sustitutivo de la siesta estival he tenido de nuevo la triste experiencia de ver cómo un señor de mediana edad buscaba en un contenedor, ayudándose de cualquier utensilio a mano, algo que le pudiese venir bien para… no sé para qué. El señor de hoy buscaba en el contenedor amarillo y ahí sólo hay, o debería haber, plásticos y latas.

Pero es que hace tan sólo dos días, en otro contenedor, esta vez verde, sorprendía rebuscando a otro hombre. Buscan entre las basuras algo que les sirva. Buscan entre lo que a nosotros ya no nos sirve, algo, un algo que es indeterminado para los que miramos de manera impotente desde fuera.

Y me preguntaba qué hacer en ese instante, porque al final en ese momento nos llama la atención, nos remueve algo por dentro, pero enseguida hay otro algo que nos reclama y esa vivencia, esa reflexión se diluye en nuestros pensamientos.

Hace unos días se publicaron los índices de pobreza en las comunidades autónomas, en el país en definitiva, y los datos no eran muy halagüeños, pero en el fondo lo que sorprende de verdad es que más allá de la crisis de estos últimos años, siga habiendo pobres a nuestro alrededor a pesar de las grandes riquezas que se mueven en ambientes no tan lejanos a nuestras zonas de influencia. No hay más que encender la televisión en algunos días, a algunas horas, y sintonizar algunas cadenas, para comprobar con una sensación próxima a la rabia cómo la diferencia entre ricos, clase media y pobres son mucho más que irritantes.