jueves, 24 de octubre de 2013

De huelgas y otros comportamientos incívicos

Comenzaré diciendo que no me leí la polémica Ley de Educación recientemente aprobada y que lo que sé de ella es lo que transmiten los medios, por lo que he intentado conocerla a través de varios para lograr cierta amplitud de miras. 

No obstante, no es la ley en sí la que me trae a esta página en blanco, sino los efectos colaterales de cualquier decisión que tome el gobierno de turno. Se presupone que a la oposición no le gustará, aunque en el fondo algo le guste, se presupone que todos los sectores contrarios a ese gobierno de turno tampoco estarán de acuerdo, y en definitiva, cualquier cosa es motivo suficiente para levantar la voz contra su política y hacer ver lo poco favorable que es para el país. Todo dentro de la normalidad, pues. Pasaría igual si gobernasen otros, así es que no influye el color.

Pero no es la primera vez que ante una convocatoria de huelga y su celebración en sí misma, me surgen reflexiones en torno a la indignación que me provocan algunas informaciones o imágenes acerca de estos momentos. Respetando el derecho de huelga, como no podía ser de otra manera, quisiera reclamar una vez más el respeto al derecho a la no huelga porque parece que se nos olvida con demasiada frecuencia.

¿Qué reclamación quieren hacer oír quienes enfundados en sus sudaderas con gorro calado, e incluso pañuelos en la boca, han tratado de imponer por la fuerza la no asistencia a clase de otros tantos? Para mi han perdido toda legitimidad sus pretensiones. Eso por no hablar de los llamados "piquetes informativos" a los que siempre llamaré "desinformativos" porque rara vez cumplen su función si no es con ayuda de la coacción, cuando no con la fuerza. 

Entiendo a los que quieren usar la huelga como instrumento de protesta, pero pido respeto para quienes muestran su desacuerdo utilizando otros cauces, respeto para los que deciden seguir su vida, estén o no de acuerdo, y respeto para los que estén de acuerdo con el asunto de base que generó para otros la protesta. 

Si el éxito de la huelga está basado en aulas vacías mediante coacción en las puertas, en destrozos al paso de las manifestaciones, en insultos y otras malas actuaciones, no sólo no se podrá legitimar la huelga sino que perderá todo sentido la opción democrática de manifestarse contra algo. 

Por desgracia, los hay que aprovechan estos momentos para jalear a las masas y si éstas están aún desprovistas de criterio aún mejor para sus fines, es una lástima pero esta situación la vemos con demasiada frecuencia y solo hay tirar de hemeroteca para hacer comprobaciones al respecto. 

Una más.