De un tiempo a esta parte, pasear
por las calles de nuestros pueblos es disfrutar también de un espectáculo
acorde a los tiempos, creencias y gustos a través de los balcones y ventanas de
los ciudadanos. Y digo de un tiempo a esta parte porque no hace muchos años
estas prácticas no eran tan comunes y, en algunos casos, quizás no encontrábamos
los motivos actuales para llevarlas a cabo.
El caso es que a las banderolas
con motivos religiosos en torno a festividades como el Corpus Christi o la
Navidad, junto al papá noel o incluso los tres Reyes Magos, ahora y gracias
especialmente a los más jóvenes se ha perdido el complejo de lucir los colores
de la enseña nacional.
Más allá de los tabúes
pertenecientes a una etapa histórica concreta y más allá de las opiniones de
los demás, esta España que ha demostrado poder con todo en el mundo del deporte
ha relegado al pasado las vergüenzas de llevar aquí y allí una bandera
nacional.
Balcones y ventanas, coches,
motos y hasta bicicletas, camisetas y equipaciones completas, los colores rojo
y amarillo de la rojigualda lucen incluso en tatuajes más o menos duraderos
porque el sentimiento español se ha multiplicado en estos años hasta el punto
de unir el orgullo patrio llenando calles y plazas en una marea de euforia
colectiva que ojalá, porqué no decirlo, dure mucho tiempo.
Gracias a los futbolistas de
nuestra selección por escribir una página en la historia mundial de este
deporte, pero gracias también a otros como los Nadal, Alonso, Contador, los
jugadores de la selección española de baloncesto o los atletas y demás deportistas
que en sus competiciones de temporada y en citas destacadas como los Juegos Olímpicos
llevan a lo más alto ese sentimiento que se recoge en el más que vitoreado últimamente
“yo soy español, español, español…”.
Gracias a todos ellos que luchan
en primera línea y recogen sus medallas y gracias a quienes desde detrás
transmiten los valores necesarios para llegar a ese punto, quienes ven pasar el
éxito desde otros asientos pero que son tan imprescindibles como el que más. Y
en este punto lo personifico por ser de máxima actualidad en don Vicente del
Bosque, todo un señor sin duda y a quien le debemos en gran medida el triunfo
de esta selección que lo gana todo por su juego y por su filosofía, porque no
olvidemos que todo cuenta.