Tenía apenas dos años y mi preocupación principal probablemente tuviera mucho que ver con las necesidades primarias de la pirámide de Maslow. Pero a mi alrededor se estaba fraguando la mayor revolución del último siglo, un cambio basado en la concepción de las personas como seres sociales activos en la sociedad en la que vivían.
Democratizar la sociedad, convertirla en algo de todos, hecho por todos, con la voluntad de todos, fue, sin duda, un paso adelante que rompe todos los esquemas. Y quienes la vivieron de cerca sintieron el vértigo y la responsabilidad de hacer frente a un camino nuevo con un ritmo diferente y hacia un acantilado que tras de sí tenía una inquietud más, no era un pozo sin fondo ni un precipicio sin remedio. Era una plataforma para echar a volar y así se hizo.
Democratizar la sociedad, convertirla en algo de todos, hecho por todos, con la voluntad de todos, fue, sin duda, un paso adelante que rompe todos los esquemas. Y quienes la vivieron de cerca sintieron el vértigo y la responsabilidad de hacer frente a un camino nuevo con un ritmo diferente y hacia un acantilado que tras de sí tenía una inquietud más, no era un pozo sin fondo ni un precipicio sin remedio. Era una plataforma para echar a volar y así se hizo.
Del primer alcalde al actual, y el presidente de la FEMPEX.-Ldiez
El resultado está a nuestro lado, treinta años después, quienes vivimos aquello ignorando el cambio por la edad, ahora podemos apreciar el sentido de todo eso y podemos sentirnos parte de la revolución porque hemos caminado en ella, hemos puesto nuestro granito de arena en el día a día y estamos llamados a ser útiles de este motor del cambio que, aunque consolidado, necesita de valentía y arrojo aún hoy.
Los ciudadanos fuimos, más bien fueron, decisivos. Los políticos, muchos de ellos sin escuela ni vocación clara, forjaron el cambio a través de su buena voluntad, desde los primeros pasos a tientas por un camino desconocido, hasta la actualidad donde las grandes claves del cambio ya tienen fichas de profesionalidad.
Pero el camino sigue, sobre todo porque mirando alrededor también vemos que hay aún lugares donde la Democracia tiene flecos que recoger y en el ejemplo de unos encuentran el consuelo otros, en el esfuerzo de todos se consiguen resultados colectivos y ésos son los que estarán reflejados en los libros de Historia.
1 comentario:
Bueno, yo creo que la Transición fue cosa de élites. El pueblo se limitó a mirar y, como mucho, asentir. Soy muy escéptico respecto a las supuestas bondades del "pueblo llano". Creo en personas excepcionales, que son las que marcan la pauta. Y luego un grupo minoritario pero no insignificante que se suma a dicha pauta.
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