jueves, 17 de junio de 2010

nudo... en la garganta


Fue difícil contener la emoción aunque algo se me rebelaba por dentro mientras escuchaba uno a uno a todos los intervinientes y pensaba en el homenajeado. Me preguntaba si le hubiese gustado saber en vida todas esas cosas tan sentidas que sobre él se dijeron en una cita breve pero intensa. Había mucho cariño en la organización y entre los presentes, mucho agradecimiento y mucho orgullo por haber compartido alguna faceta de la vida con él.

Pero ya no está, y la situación me hizo pensar en la cantidad de personas que pasan por nuestra vida y se van sin saber lo importante que fue su presencia para nosotros, los buenos momentos que pasaron, la influencia positiva que dejó su huella, … en fin, que nos cuesta mucho decir a los demás lo positivo cuando les tenemos delante. Es una lástima que nos vayamos sin saber todas esas cosas que marcan los discursos de la ausencia.

En esta partida que es la vida, ganar no siempre depende del mejor movimiento de las fichas, a veces en el camino nos aguardan sorpresas que no acertamos a divisar.

Hoy tengo un nudo en la garganta, ese nudo marinero que se formó con el duende cosquilleando en la tripa, seguido de un fado portugués que llenó una estancia cargada de sentimientos, de recuerdos, de vivencias pasadas… pero me quedo con un mensaje, el de “hasta siempre” y las palabras que insisten en que, aunque físicamente no estemos, en nuestras huellas y en los recuerdos que compartimos con quienes pasan por nuestro lado, seguirá siempre viva nuestra presencia, más allá de los tiempos.

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