Esta
semana escuché en varias ocasiones hablar acerca de los presos etarras. Y había
una coincidencia en las cuestiones tratadas, se les exige que pidan perdón a
las víctimas como paso ineludible para plantear la posibilidad de contar con
ventajas penitenciarias.
Me
preguntaba cuando escuchaba estas consideraciones, entre la indignación y la
sorpresa, ¿qué pensarían al respecto otros presos encarcelados por llamadas
“cuestiones menores”?
Puestos
a pedir perdón, si a todos les da por experimentar un arrebato de culpabilidad
arrepentida pues imaginemos la fotografía de cárceles vacías y calles llenas de
personas con antecedentes de todo tipo. Pero me cuesta también imaginar la cara
de esas víctimas, a las que por mucho que quieran escuchar esas palabras en boca
de los verdugos de sus seres queridos, no les puede valer tan sólo eso. Todos
hemos oído alguna vez la expresión “perdono pero no olvido”, debe ser difícil
olvidar en esos casos, la verdad.
De
todas formas, no entiendo porqué se está planteando esa posibilidad con
encarcelados por crímenes de sangre, y a sangre fría, si es que precisamente si
se piensa fríamente no tiene sentido. Cuando veo manifestaciones a favor del
acercamiento de presos, a favor de su excarcelación, pidiendo mejoras en las
medidas penitenciarias, a veces pienso si nos hemos vuelto locos.
¿Por
qué no se manifiestan para pedir a los que aún mantienen esas ideas, que los
hay, que desistan de esa manera de hacer las cosas con la violencia por bandera?
¿Por qué no comprenden que la pena impuesta judicialmente es lo que les
corresponde en justicia por el mal hecho? Pero, ¿no les vale ya con poder
reducir condena por estudios en la cárcel, por buen comportamiento dentro de
las instituciones penitenciarias y por mil y una cosa más? Si es que además
entran allí por matar indiscriminadamente, además de burlarse de las víctimas
vilmente, y salen licenciados, con más
posibilidades de resolver su inserción social que las que pudieran tener otros
muchos ciudadanos que sin capacidad económica para ello tienen que dejar sus
estudios y ponerse a trabajar para llevar el día a día de la mejor manera
posible.
Qué
mal repartido está el mundo y cuánta injusticia, a veces derivada del propio
ejercicio de la Justicia. Incomprensible.
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