Héroes anónimos

En el día a día estamos acostumbrados a asistir a actos donde se entregan distinciones, reconocimientos, premios… a personas que destacan en diversos ámbitos sociales, tanto de competiciones deportivas, como por su labor de investigación, por su trayectoria o su dedicación, en fin, por mil y una cosas. Y está bien hacerlo porque de bien nacidos es ser agradecido, ¿para qué esperar a después de irnos y hacer esos homenajes a título póstumo?

Y, generalmente, cuando avisan a alguien porque va a ser condecorado y se le cita al acto de celebración, salvo causa mayor, la persona interesada asiste. Algo que no debería llamar la atención si no fuese porque ayer estuve en la entrega de distinciones a los donantes de sangre que anualmente en la asamblea general de la Hermandad de Donantes se realiza en Villafranca de los Barros, como en otros tantos lugares.

A la hora de entregar los diplomas, las placas, etc. a las personas que sumaban una determinada cifra de donaciones, la lectura de la lista no sólo fue larga, que ya es una buena noticia, sino que además fue rápida. La razón es que apenas un pequeño grupo de los distinguidos estaba presente y no es porque despreciasen la ocasión, ni mucho menos. La cuestión es que el donante de sangre es una personas altruista por sistema, presta su brazo y su sangre para contribuir a dar vida a otros, un gesto generoso donde los haya que se realiza siempre sin esperar nada a cambio.

Estoy convencida de que si no hubiese regalo, si no hubiese reconocimientos, si no hubiese nada, todos esos donantes, repito, TODOS esos donantes seguirían fieles a su cita con el Banco Regional para que nunca falte la sangre en los hospitales, para salvar tantas vidas que penden de un hilo y que las transfusiones ayudan a solucionar.

Desde estas líneas el agradecimiento y reconocimiento a todos y cada uno de los donantes, de sangre, de órganos, de médula,…, porque desde su anonimato son héroes de nuestra sociedad.