Y en su despedida no hubo tristeza, reinaba la sensación de esperanza que sólo la fe puede transmitir. Con esa serenidad, con ese recato que las caracteriza, hicieron del hasta luego un momento de calmado sosiego.
Imagen de Santa Ángela de la Cruz en Villafranca, fundadora de las Hnas de la Cruz.-LDíez
La hermana Isabel María de la Cruz había pasado casi toda la vida en el convento de las Hermanas de la Cruz de Villafranca, bueno, más bien es que yo la recuerdo aquí de toda la vida. Y tras sus amplias gafas de pasta, unos ojos bondadosos que miraban con placidez acompañados de una sonrisa siempre en los labios, mientras se interesaba por los parabienes del día a día.
Ahora se ha ido y no se ha despedido, porque estos momentos suelen ser así.
Y fuimos a despedirla. Solamente al entrar en la capilla ya se respiraba la paz que ellas siempre infunden. Junto a ellas nos unimos en el rezo del rosario, (hacía años que no lo rezaba, lo confieso) y me sorprendió la versión nacionalista, dicho con todo cariño, del lento repaso a las letanías. Las Hermanas de la Cruz en su oración de ayer se acordaron de todos los santos españoles y en ese instante me di cuenta de que vivimos en un país con enchufe arriba porque son muchos los hombres y mujeres buenos que han subido a los altares.
A todos ellos encomendaron su oración por la hermana dormida, y a la invocación de cada uno de ellos respondieron acompasadamente “Ruega por España”. Ojala las escuchen y podamos ser un poco mejores cada día, y aunque en muchas zonas en el mundo hay muchas personas necesitadas de la oración de mujeres especiales como éstas, ellas ayer oraron por España y a mí me emocionó por dentro porque salí con alegría de un momento de calma y despedida.
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