Hacía mucho tiempo que no me reconciliaba con el folio en blanco donde verter algunos pensamientos, no sé si solo por la falta de tiempo para hacerlo o por la clara conciencia de poder escribir cosas de las que puedan acarrear cola. No lo llamaría cobardía porque no llega a tanto, sino que simplemente una deja pasar el tiempo a sabiendas de que después de la tormenta siempre vuelve la calma y porque me gusta llevar a la práctica esa máxima ignaciana de no hacer cambios en momentos de tempestad.
La última vez que hice el intento de escribir unas líneas fue después de disfrutar del fútbol casi en estado puro, ganó el Barcelona y no son mis colores, pero ganó el fútbol al fin y al cabo, porque ganó el mejor de dos, que es a lo que nos tenía este equipo acostumbrados durante la temporada. Aunque viví aquella euforia colectiva con el sentimiento agridulce de mirar más allá de lo que teníamos frente a nosotros. Ya lo he comentado con algunos amigos, y es que eché preocupantemente de menos la presencia de banderas españolas en las celebraciones vividas esa noche y esos días. Fue el representante español en la Liga de Campeones quien ganó la Copa y sin embargo prácticamente hubiera sido igual que se la llevase el Manchester porque el mismo amor patrio hubiese demostrado, en fin, no entraré más hondo en este tema porque al final me enciendo.
Hoy solo trataba de reconciliarme con mis letras, con mi folio blanco y despejar mi mente de las hipocresías que nos rodean diariamente, del afán de sobresalir aunque sea pisoteando al que va a tu lado, de la envidia que no permite ver más allá de la nariz de uno mismo, y de otras muchas sensaciones negativas de las que necesitaba liberarme para demostrarme a mí misma que en la vida sigue habiendo compañeros de viaje por los que merece la pena respirar el polvo del camino. Estos días he vuelto a encontrarlos, porque están ahí cuando se les necesita pero también cuando ni siquiera les llamo y también son precisos para prestar la vara donde apoyar el siguiente paso con la firmeza de siempre, porque de eso se trata de mantenerse firmes ante los vientos que a veces soplan sin piedad.
La última vez que hice el intento de escribir unas líneas fue después de disfrutar del fútbol casi en estado puro, ganó el Barcelona y no son mis colores, pero ganó el fútbol al fin y al cabo, porque ganó el mejor de dos, que es a lo que nos tenía este equipo acostumbrados durante la temporada. Aunque viví aquella euforia colectiva con el sentimiento agridulce de mirar más allá de lo que teníamos frente a nosotros. Ya lo he comentado con algunos amigos, y es que eché preocupantemente de menos la presencia de banderas españolas en las celebraciones vividas esa noche y esos días. Fue el representante español en la Liga de Campeones quien ganó la Copa y sin embargo prácticamente hubiera sido igual que se la llevase el Manchester porque el mismo amor patrio hubiese demostrado, en fin, no entraré más hondo en este tema porque al final me enciendo.
Hoy solo trataba de reconciliarme con mis letras, con mi folio blanco y despejar mi mente de las hipocresías que nos rodean diariamente, del afán de sobresalir aunque sea pisoteando al que va a tu lado, de la envidia que no permite ver más allá de la nariz de uno mismo, y de otras muchas sensaciones negativas de las que necesitaba liberarme para demostrarme a mí misma que en la vida sigue habiendo compañeros de viaje por los que merece la pena respirar el polvo del camino. Estos días he vuelto a encontrarlos, porque están ahí cuando se les necesita pero también cuando ni siquiera les llamo y también son precisos para prestar la vara donde apoyar el siguiente paso con la firmeza de siempre, porque de eso se trata de mantenerse firmes ante los vientos que a veces soplan sin piedad.
Ah! junio, cuántas cosas por hacer...
2 comentarios:
tranquila, siéntate en el umbral...
ánimo
Es un horror, el folio y la pantalla del ordenador en blanco. Pero se le da a una tecla y desaparece.
Si "en tiempos de destemplanza no facer mudanza" (Quijote/Ignacio), tardaremos en despejarnos.
A despejarse en la tormenta.
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