Hay personas en la vida que no dejan de sorprenderte, por más que creas conocerlas. Es algo que me encanta, a pesar de que a una le gusta tener el control de las cosas. Y sin embargo, aunque parezca una contradicción, y tal vez lo es, ¿qué hay mejor que una sorpresa de alguien a quien le importas?
¿Qué me dicen de esas personas que te hacen sonreír sin apenas pretenderlo? No hay nada mejor que encontrarte una sonrisa cuando miras unos ojos, da igual de quien sean, pueden ser de cualquiera, mucho mejor si es de alguien a quien aprecias en cualquiera de sus vertientes.
¡Qué fácil es transmitir una sensación de alivio en esta prisa cotidiana y qué poco lo practicamos! ¡Con cuánta gente nos encontramos cada día que pasan desapercibidas en nuestras vidas y a los que “despachamos” con un hola, un hasta luego, o un buenos días, con un poco de suerte!
Se nos presenta como seres sociables a pesar de que las más de las veces nos convertimos en todo lo contrario. Es síntoma de haber vuelto a la rutina porque hasta hace unos días, contagiados por el ambiente festivo, todavía había ganas de felicitar la Navidad, el Año Nuevo, cada uno a su estilo pero con ese halo de sentimientos a flor de piel que épocas como ésta logran sacar de nosotros.
Tal vez este invierno más gélido de lo normal esté logrando congelar también nuestro sentido de la sociabilidad…
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