Triunfan los que buscan soluciones y fracasan los que ponen excusas.
Sin duda un buen lema que me expresó hoy el amigo Teodoro y me gustó, porque más allá de su atractivo como frase, encierra una verdad impresionante. A menudo podemos comprobar a nuestro alrededor que hay mucha gente afanada en encontrar una y mil excusas para no hacer algo, para no ir a algún sitio, para… tantas y tantas cosas. Y, por el contrario, también vemos a mucha gente que hace justo lo contrario, dejar de lado las excusas y poner solución a cada obstáculo que se pone por delante.
No todos los días tenemos el mismo ánimo para afrontar los momentos buenos y los menos buenos, porque somos humanos. Pero estoy convencida de que el modo con el que encaremos cada situación, el espíritu con que afrontemos el día a día es un punto clave para su desarrollo.
Y lo que está claro es que cuando la vida nos sonríe es porque nosotros le hemos sonreído previamente. Parece fácil, no siempre lo es, pero podemos, es más, debemos intentarlo, en ello puede estar la raíz de pequeños momentos de felicidad diarios. A menudo nos esforzamos por encontrar la felicidad plena y no nos damos cuenta de que está hecha de pequeñas felicidades que no siempre nos vendrán de fuera, tenemos que poner medios y allanar el camino de delante para que sea de más fácil acceso.
Y sonreír, sonreír siempre que podamos, eso nos transmite alegría, es reflejo del interior y provoca un efecto espejo fuera. Igual sonriendo no sólo conseguimos ser un poco más felices sino contagiar a otros y el efecto dominó funciona.
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