Algo que te presiona la cabeza, desde los ojos hacia arriba, esa sensación de esfuerzo innecesario que te provoca pensar y mucho más articular palabra, la desgana de utilizar los ojos para ver más allá de lo que está a tu lado, el malestar general que te provoca un síntoma parecido a estar fuera de juego.
Y me pregunto, ¿cómo es posible que por tan poca cosa sienta todo eso?
Y me tengo que responder, la naturaleza humana es sabia y el cuerpo tiene sus formas de pedir lo que necesita. Me llega hoy esa solicitud de descanso no sólo físico sino mental, esa petición de parada para tomar fuerzas, el tentempié preciso para volver al camino en plena forma.
Hoy me duele la cabeza, y no es dolor que se va con medicina. El cerebro me pide un Ceda el Paso y yo, que soy cabezona, he decidido tan solo reducir una marcha. No quiero que se acostumbre a que el estímulo por sí mismo consiga directamente una conducta, sin embargo hay que tomarse en serio los avisos.
Y me pregunto, ¿cómo es posible que por tan poca cosa sienta todo eso?
Y me tengo que responder, la naturaleza humana es sabia y el cuerpo tiene sus formas de pedir lo que necesita. Me llega hoy esa solicitud de descanso no sólo físico sino mental, esa petición de parada para tomar fuerzas, el tentempié preciso para volver al camino en plena forma.
Hoy me duele la cabeza, y no es dolor que se va con medicina. El cerebro me pide un Ceda el Paso y yo, que soy cabezona, he decidido tan solo reducir una marcha. No quiero que se acostumbre a que el estímulo por sí mismo consiga directamente una conducta, sin embargo hay que tomarse en serio los avisos.
2 comentarios:
A veces, Laura, al coco no hay darle lo que pide. Justo al revés. Hay que meterle caña, que sufra un pelín. ¿No te ha pasado nunca que un día te levantas con resaca y de repente surge un imprevisto que te obliga a ponerte las pilas?. La resaca desaparece en un par de horas como máximo. Si te quedas en el sofá, andas atontao 24 horas.
Al final vas a hacer que me enfade. Si tienes que parar, se para. Y ni se te va a acostumbrar la cabeza, el cuerpo ni nada, ¡si no paras ni un segundo! Todos necesitamos tiempo para nosotros, nuestro cuerpo y nuestra mente, y eso incluye las desconexiones... Así que hazme el favor, no de reducir la marcha, sino de echar el freno y olvidarte del mundo e, incluso de ti... Por Dios, niña, que te queremos bien para muchos años.
Besos guapa, ¡Y CUÍDATE!
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